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jueves, agosto 16, 2007

La esencia de la tragedia

El abismo es la realidad por excelencia, la realidad que en su realización trasgrede su concepto y rompe sus límites inteligibles, la realidad que en su facticidad se convierte en innombrable. El abismo es también el recordatorio supremo de lo Serio, la constante presencia de lo trascendente en el seno mismo de la inmanencia.

Desde esta perspectiva aparecen las realizaciones espirituales y artísticas, así como los más intensos sentimientos del hombre, bajo la apariencia de la materia y en el espacio mismo de lo contingente. Esta divinización hecha acto humano es la única forma en la que se puede entender la trascendencia de Jesucristo y su venida a la tierra en la carne del humano. Jesucristo es en realidad lo que Hegel quería para su Idea: manifestación sensible de la Idea misma, desarrollo de la Idea en la propia materialidad.

Y es que es esa misma materialidad la que se hace Dios, aunque se pueda concebir su opuesto. Desde presupuestos a priori, podríamos pensar que la realización que cobra consistencia está basada en una potencia anterior que se ha desarrollado, cobrando expresividad en la materia misma, en el hecho. Pero también es posible pensar lo contrario, que nosotros mismos divinicemos expresamente las cosas terrenales y que sólo después de esto aparezca lo Ideal mismo, lo trascendente como tal.

El amor es una forma de esa transformación en la que lo puro contingente se convierte en eterno, en ideal; también lo es la desnuda existencia de cada cual, todo lo que nos lleva a pensar que la universalidad se da con cada hombre. Así como Kierkegaard pensaba que con cada ejemplar humano la especie misma estaba en juego, y por ello todo hombre está contaminado con el pecado, así podemos pensar que en cada singularidad se crea constantemente el absoluto. Hay que concebir, por tanto, esta doble dirección. No sólo lo absoluto cobra facticidad en la materia y en lo temporal, sino que lo temporal mismo es en cada caso lo propiamente absoluto.

Lo que en el pecado original se desvela como autenticidad de cada hombre, el hecho de que la especie peca con cada hombre que llega al mundo, sirve para comprender lo contrario. Si la especie peca con cada hombre, si todo hombre en su existencia hace revivir y actualizar lo eterno de su esencia pecaminosa, también todo dolor singular de la vida anula la misericordia constante de Dios y nihiliza su amor, disolviéndolo. Cada minuto de la tragedia de este mundo es toda la tragedia del mundo, y toda la tragedia del mundo es más que cada minuto de esa tragedia.

En las perspectivas más intensas del pensamiento humano cobran existencia ideales como la justicia, el amor, la perfección. El instrumental con el que estas ideas cobran su apariencia de realidad tienen como raíz siempre el mero devenir: el espejo falso de la idea se dilata y se crea ya siempre desde la mera transformación, desde el caso singular. Pero lo singular conserva la totalidad en el fondo de su mónada. Y sin embargo, ha de morir. Pues toda realización de lo ideal está esenciada con la materia de lo temporal. Y ello quiere decir que también por eso todo lo ideal ha de morir.


Lo singular se anula en el devenir y al anularse a sí mismo también mata lo eterno. La realización de lo eterno es por tanto la constante mutilación de la eternidad misma. Y en eso reside la tragedia más propia del mundo.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Y quien piense lo contrario está equivocado. He dicho.

koolauleproso dijo...

o no

Unknown dijo...

He dicho que está equivocado. ¿Cómo se atreve a rebatirme?

Unknown dijo...

Hace poco compré el monopolio de la verdad. Es cierto que es caro, pero ¡carajo!ya tengo derecho legal a estar siempre en lo cierto.Ahora bien, si uds con su top manta de verdades tratan de venderlas o de comprarlas, alla uds, pues que sepan estan al margen de la legalidad. Salud! :)

Johannes A. von Horrach dijo...

Pues será que hay más de un monopolio de la verdad, porque hay más de un dueno que dice que les pertenece :-)

(lo más probable es que un avispado intermediario haya revendido la propiedad hasta el infinito)

Johannes A. von Horrach dijo...

'dueño' quería decir.